domingo, 31 de agosto de 2014

COMUNICORE planificó todo con anticipación, Garro y Montoya sabían que recibirían Dinero.

COMUNICORE planificó todo con anticipación, Garro y Montoya sabían que recibirían Dinero.-Diario16.- 31 de Agosto del 2014 a las 13:14:49.-Por Daniel Yovera.- Importante documento revela que empresa de fachada tuvo acceso a información privilegiada y se preparó con meses de antelación para negociar la deuda de S/. 35.9 millones con la Municipalidad de Lima.
Luis Castañeda
Sus propietarios, Miguel Garro y Álex Montoya –acusado de lavado y de narcotráfico–, esperaron pacientemente para concretar el “golpe”. Miguel Garro Barrera y Álex Montoya Agüero, los propietarios reales de la empresa Comunicore, sabían desde un inicio que tarde o temprano la Municipalidad de Lima les pagaría aquella deuda de S/.35.9 millones que esta y Relima negociaban en el año 2005. Su aparición en esta historia –20 de diciembre de 2005– no fue ninguna sorpresa. Garro y Montoya siempre supieron, y con varios meses de anticipación, que la deuda cuyo pago Relima negociaba con los gerentes municipales de Luis Castañeda iría a parar a sus cuentas bancarias. Y entonces planificaron las acciones que iban a seguir. Abrieron las cuentas y esperaron pacientementemedio año para concretar lo que sería el gran negocio de sus vidas. Por eso, para cuando la Municipalidad de Lima ya había llegado a un feliz acuerdo con Relima en la forma en que se ejecutaría el cuantioso pago, Relima le vendió “sorpresivamente” su deuda a Comunicore. La verdad es que no era ninguna sorpresa.
Varios meses antes, a fines de julio de ese mismo año, el gerente administrativo financiero de Relima, Miguel Garro, y Montoya Agüero –sindicado por la DIRANDRO como exportador de cocaína para cárteles mexicanos y colombianos– adquirieron Comunicore, una razón social literalmente en quiebra, la remozaron, se instalaron en una oficina de Miraflores, y se sentaron, pacientes, a esperar el gran bailongo. Enseguida, los flamantes directivos de la empresa sesionaron la segunda semana de agosto, para darle poderes a su presidente del directorio, Santiago Ruiz Contreras, para que pueda cobrarle a la Municipalidad de Lima la deuda que Relima le iba a vender. Así como se lee. Medio año antes de hacer su aparición en sociedad y presentarse ante los gerentes más respetados de Luis Castañeda para decirles: “Ahora soy dueño de la deuda”, los directivos de Comunicore ya sabían lo que pasaría. ¿Cómo era posible? ¿Por qué estaban tan seguros de que la gestión de Castañeda acabaría depositando en sus cuentas tantos miles de billetes hasta alcanzar casi S/.36 millones?A continuación, diario16 relata esta parte de la historia.
DOS NEGOCIACIONES PARALELAS.- Para la Municipalidad de Lima, el año 2005 no fue solo el de la negociación del pago de la deuda con Relima. Ese mismo año, y en paralelo, la comuna también negociaba con Relima un asunto más importante y de mayor envergadura para la transnacional brasileña. Relima y la administración de Castañeda estudiaban ese año la renovación del contrato de concesión para la limpieza de la ciudad, por diez años más. El contrato vencía en octubre de ese año y Relima deseaba renovarlo por diez años más, hasta el 2015. Renovar dicho papel era mucho más importante para Relima que cualquier otra cosa, pues el acuerdo le reportaba ingresos anuales por S/.55 millones. Si lograba extenderlo por diez años, para el 2015 sus ganancias serían de más de S/.550 millones. Pese a que vencía el 25 de octubre de aquel año, desde enero empezaron las gestiones para su extensión. El 9 de febrero, Relima ya le había enviado una carta al alcalde Luis Castañeda expresándole su interés por renovar el contrato. Ambas negociaciones, la mayor, relativa al contrato, y la menor, la del pago de la deuda, se activaron casi en paralelo y corrieron, de igual modo, por caminos semejantes.
En julio, Relima y el municipio acordaron que el monto a pagar por la deuda, en un plazo de diez años, era de S/.35,941,464. El 4 de agosto ocurrieron, en simultáneo, dos cosas muy importantes. Por el lado de la deuda, Miguel Garro –como gerente administrativo de Relima– le dio el “OK” al municipio respecto de que esa sería la cantidad, a pagar en diez años. El mismo día, por el lado del contrato, el Pleno de regidores y el alcalde Castañeda aprobaron el Acuerdo de Consejo Nº 245, en el que se acordó renovarle el contrato a Relima por diez años más. La firma del mismo no esperó, se firmó ese mismo día. Culmina en octubre de 2015. Una vez superado el asunto más grande, Relima y el municipio solo se concentraron en la negociación menos complicada: la deuda. El 13 de setiembre, el gerente general de Relima, el brasileño Odilón Gaspar –uno de los investigados por presunto lavado de activos–, les envió un oficio a sus pares de la municipalidad con algunas “condiciones específicas”. Entre ellas, la siguiente: “La Municipalidad autoriza, desde ya, a nuestra institución para que de creerlo conveniente podamos ceder total o parcialmente los derechos de cobro a terceras personas bastando para ello que lo comuniquemos a la Municipalidad identificando al tercero adquiriente de dichos derechos”.
Juan Blest García
¿Era acaso una anuncio de que una tercera empresa entraría en algún momento a tallar? Ese mismo día, 13 de setiembre, el gerente financiero municipal, Juan Blest García, le propuso a la administración edil una reestructuración de las deudas que la Municipalidad de Lima mantenía con el sistema financiero, y solicitó para ello un Acuerdo de Consejo que lo autorizara a pedir créditos para pagar tales acreencias. El 21 de setiembre, las comisiones de Asuntos Legales y de Asuntos Económicos y de Organización de la comuna aprobaron el pedido de Blest para solicitar préstamos al Banco de Crédito e Interbank, por S/.47 millones y S/.40 millones, respectivamente. S/.87 millones en total. El Acuerdo de Consejo fue aprobado y suscrito el 26 de ese mes por el alcalde Castañeda y el secretario general del municipio, José Danós OrdóñezEste último funcionario es, por cierto, esposo de la vocera ‘solidaria’ y hoy candidata a teniente alcalde, Patricia Juárez. Ojo, dichos préstamos fueron aprobados únicamente para pagar otros préstamos bancarios. Nunca se dijo que de allí saldría el dinero para pagar la deuda a Relima. O a un tercero. Después se sabría que de los S/.40 millones solicitados a Interbank saldría el grueso del dinero que se depositó en las cuentas de Comunicore. Así es como se llevaron a cabo, en paralelo, las dos negociaciones que, según han dicho sus protagonistas, beneficiaron a ambas partes. 
TODO ESTABA PLANIFICADO.- En tanto todo ello sucedía, Miguel Garro –quien ‘dobleteaba’ en Relima y en Comunicore– y el buscado por la DIRANDRO Álex Montoya se prepararon para dar el ‘golpe’. Primero, embistieron de poderes al presidente del directorio de Comunicore para poder tener parte en el asunto de la deuda. En sesión de directorio del 15 de agosto de 2005, el directorio integrado por Santiago Ruiz Contreras, José Luis PinillonsBroggi –el primo político de Luis Castañeda– y el gerente general, Henry Brachowicz Vela –los tres investigados por lavado por la Unidad de Inteligencia Financiera–, aprobaron la firma de un contrato de cesión de derechos de deuda con Relima. Se referían al contrato del 20 de diciembre de 2005, con el cual le cedieron los derechos de la deuda a Comunicore. Lo segundo que se aprobó fue la designación de Ruiz Contreras como el que firmaría dicho contrato, y lo tercero, le otorgaron al mismo directivo facultades para que “suscriba, en representación de la empresa (Comunicore), toda documentación, contrato privado y/o público, negociación extrajudicial, notarial, arbitral ante las autoridades municipales, que conlleve a la ejecución del contrato y del cobro de la deuda de la Municipalidad de Lima a nuestro favor”. Todo quedó consignado en el Acta de Directorio Nº 01 de Comunicore. ¿Cómo sabían en Comunicore, en agosto de 2005, que se verían las caras con los gerentes del municipio de Lima, en los últimos días de diciembre de ese año? ¿Con qué tipo de información clasificada contaban para haber podido adelantarse a los hechos y dar por sentado que el gobierno metropolitano les pagaría todos esos millones? Salvo que tuvieran una bola de cristal. O, a menos que alguien dentro de la gestión municipal haya contribuido a que eso fuera posible. ¿Fue esto así? Se supone que el Poder Judicial está investigando los hechos y estableciendo responsabilidades penales. Pero un hecho es cierto. Como ha revelado la revista Poder, el gerente brasileño de Relima, Odilón Gaspar Amado, ha confesado ante el juez que ve el caso de corrupción, que si bien el millonario pago lo organizaron Miguel Garro y él, fue ejecutado con la información proporcionada por Juan Blest, el gerente financiero de Luis Castañeda. “Garro me dijo que la Municipalidad de Lima iba a cancelar la deuda pendiente con nuestra empresa. Había una propuesta de pago en diez años que yo presenté al directorio (de Relima), pero omitió decir que Garro también me había contado que el municipio tenía la intención de pagar en una sola partida. Según él (Garro) la información vino por Juan Blest. Entonces, vimos la oportunidad de hacer un negocio”, dijo el brasileño Odilón Gaspar en el juzgado, citado por Poder. Tal confesión resulta ahora sumamente reveladora, pues a partir de ella se podría presumir que Blest no solo se habría dedicado a “honrar una deuda”, sino que –según la declaración de Odilón Gaspar Amado– habría hecho posible una operación que, según la UIF, sirvió en parte para “blanquear” dinero sucio. ¿Por qué tanto interés y velocidad en Blest?, se preguntaba ayer este diario. Este alto ejecutivo forma parte de un grupo selecto de gerentes que desde 1978 trabaja al lado de Luis Castañeda. En las instituciones que al exalcalde le tocó presidir, Blest estuvo allí como el experto de las finanzas: ha sido, siempre o casi siempre, su “gerente financiero”. Con aguda deducción, sostiene Poder: “Ahora, gracias a la declaración del ejecutivo brasileño, sabemos que el dato clave para el negociado salió del entorno de Castañeda”. Y también sabemos que el negociado se gestó no en diciembre de 2005. Se empezó a cocinar desde varios meses antes.

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