sábado, 20 de marzo de 2010

Un mejor rumbo para el CNM

Un mejor rumbo para el CNM. por Eddie Cóndor Chuquiruna.(*) Coordinador del Área de Gobernabilidad Democrática - Comisión Andina de Juristas.
Es claro que el Consejo Nacional de la Magistratura suple al Parlamento o a otros órganos políticos en la selección de magistrados. Se pretende, a diferencia de la elección de magistrados al Tribunal Constitucional, que la elección no sea fruto del cuoteo político y la componenda partidaria sino de las calificaciones técnicas que permiten promover a aquellos magistrados capaces, con solvencia jurídica, que aporten a la consolidación de la Justicia.  Hemos observado en los últimos tiempos una serie de fenómenos que llaman a la suspicacia. Uno de ellos fue, por ejemplo, la desaprobación de la Jueza Carolina Lizárraga, que con un muy buen examen encontró un extraño obstáculo en la entrevista. Nadie jamás dio una explicación. Y recientemente, el fiscal Avelino Guillén halló sospechosas trabas (más precisamente un examen sobre materia de su dominio) que trascendieron en la opinión pública.  El consejero Aníbal Torres renunció a la Comisión Permanente de Selección y Nombramiento de Magistrados (no instalada) con ese mismo argumento, el CNM, dice, está politizado y no decide en base a la técnica sino a intereses, simpatías, etc. Una de las causas es la composición, la que permite, por ejemplo, a un enfermero (con presencia en razón de su gremio) evaluar los conocimientos jurídicos de un juez y dictaminar, finalmente, bajo sus propios criterios, si es que el juez debe ser promovido o no. Dado así, el CNM no ofrece ninguna garantía y sus decisiones no dejan de ser subjetivas, cuando no arbitrarias o politizadas. Esta situación es contraria absolutamente a aquella en la que se pensó cuando el CNM se creó: constituir una entidad técnica que aportará a la eficiencia de la judicatura y preservara la independencia judicial.  La composición y la dinámica de este CNM permiten que muchas decisiones sobre los magistrados, sus ascensos y su carrera, en general, sean pauteadas en conversaciones previas a las evaluaciones. Así, injustamente, un juez con gran sapiencia jurídica, con lustre intelectual, pero incómodo o antipático para los consejeros (o para varios de ellos) puede demostrar su conocimiento en el examen, pero puede ser, también, diluido en una entrevista, que nunca deja de ser subjetiva para una evaluación ¿Qué se evalúa en una entrevista? ¿Están los consejeros capacitados para examinar virtudes y defectos de un aspirante en un diálogo pauteado?  Si no hay reformas en la composición y metodologías de selección y evaluación en el CNM, éste será un órgano inútil, y peor aún, contrario a una Justicia que pretende reclutar y promover a los mejores jueces.  Ojalá en todas las instituciones hubieran miembros que protestan y renuncian cuando observan errores esenciales o irregularidades, pero que nunca sea tarde para la denuncia, pues la impuntualidad es una forma de complicidad, silenciosa y sutil, por cierto.
(*) Las opiniones contenidas en este artículo son de responsabilidad exclusiva de quien las emite y no reflejan posiciones institucionales de la Comisión Andina de Juristas

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